Mitofísica es una expresión que hemos introducido en el ensayo Paradigma e tempo na Física teórica (Galaxia, 2013). Está construida evocando Metafísica, porque lo que llamamos mitofísica es tan inverificable y ajeno a la experiencia como ella. La manifestación más burda es la de los «viajes en el tiempo», y es el motivo inicial de que entrásemos en el tema. Para rechazar ese sinsentido no son necesarios conocimientos científicos, pero la mitificación de la ciencia intenta hacer creer a los profanos que hay un nivel maravilloso de la ciencia en que lo imposible es posible. De hecho, algún Premio Nobel de Física defiende la posible vuelta atrás en el tiempo, aunque sin traducirlo en una eventual «máquina del tiempo». Cosa que hacen otros que, si bien no son Premios Nobel, tienen licenciaturas y doctorados en Física, y en base a la difusión de la Mitofísica consiguen hacer bestsellers, con gran éxito entre los totalmente ajenos a esa ciencia.
Denunciamos la mitofísica en Paradigma y tiempo en la Física teórica, y en la primera parte de Tiempo y Discurso la mitomatemática. Esas elucubraciones, muy abstractas y ajenas en principio a los problemas sociales, tienen la consecuencia práctica de favorecer el complejo de total impotencia del hombre de a pie frente al Poder, porque este es identificado con la Ciencia. Esto sucede de forma inexplícita, pero muy operativa. De este modo, la sublimidad de una ciencia ininteligible consolida el abismo entre el individuo concreto y el imparable curso de la civilización, que camina hacia un poder prácticamente infinito; pero como no es un discurso explícito, se mantiene alejado de polémicas, y de este modo resulta más eficaz. De ahí la importancia que damos en los mencionados ensayos a cuestiones en apariencia puramente científico-filosóficas, sin consecuencias sociales. La crisis del mito del Infinito en sus diversas manifestaciones define nuestra época, por eso hemos utilizado para identificarla la expresión Al final del infinito. Esa crisis puede conducir o no a una alternativa de racionalidad social, a una autoconciencia de la civilización, posibilidad abierta pero no segura.
Hay una mitomatemática pura, pero lo urgente es denunciar la mitomatemática aplicada en la teoría económica. Denunciamos el economicismo como uso fraudulento de la Matemática, porque la medición objetiva presupone una constancia estructural, que es lo que no hay en las realidades sociales, tanto menos cuanto más cambiante es la sociedad. El economicismo es pues la mitociencia dentro de las ciencias sociales. Como todas las formas de mitociencia, su objetivo es convencer a los ciudadanos de su impotencia frente al poder, porque este se identifica con la civilización y con la ciencia. Por eso era importante inventar un Premio Nobel de Economía, galardón concedido mayoritariamente a representantes del monetarismo, e sea del puro economicismo, a otros menos dogmáticos pero favorables al neoliberalismo, solo excepcionalmente, para guardar la apariencia de «neutralidad ideológica», a algunos neokeynesianos (Stiglitz, Krugman) o alternativos (Amartya Sen), y a ningún marxista o neoricardiano, pese a que solo estos fundamentan la estabilidad monetaria en algo estrictamente objetivo.
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*El autor de Transparencia o barbarie, Basilio Lourenço, quiere establecer a través de los pequeños artículos que iremos publicando en este blog un diálogo inicial con los lectores y lectoras del ensayo, así como con las personas con una cierta preocupación por el mundo que habitamos. Si lo deseáis, podéis contactar con él y participar de este diálogo, a través de esta misma web y de nuestras redes sociales, principalmente facebook y twitter. El debate está abierto, puedes seguirlo aquí.