La salida del Reino Unido de la comunidad europea, Brexit, es una noticia de cambio: indica que algo se está moviendo y por fin podríamos, entre otras cosas, deshacernos de la dictadura de los bancos sobre los países, impedir que personas que nunca fueron elegidas para gobernar, como Draghi, sean quienes impongan las políticas a los mandatarios que si fueron elegidos en las urnas, que estos se plieguen a las directrices de los financieros. Pero no se escuchó, en campaña, que líderes de partidos como Podemos o Izquierda Unida, o AGE, en Galicia, se manifestasen con esperanza para los votantes, que estén perdiendo una oportunidad de oro para revertir los comentarios pesarosos de la prensa española.¿Qué pasa con estos supuestos partidos emergentes que decían ser los rompedores de las tendencias «de casta»? Ángeles Iglesias.
Por supuesto que el Brexit significa que algo se empieza a mover, aunque si el miedo no fuese hoy la identidad política dominante (como se dice claramente en Transparencia o Barbarie) el primer país que plantearía el abandono de la CE no sería Gran Bretaña, sino Grecia; cosa que algunos esperábamos, y no radicales anticapitalistas, sino gente tan sensata como los premios Nobel de Economía keynesianos, Stiglitz y Krugman. Pero eso no sucedió, de modo que vimos que el miedo no se restringía sólo a los partidos tradicionales que constituyen «la casta».
En Transparencia o Barbarie se afirma que, tal como está constituída, la Unión Europea es inviable. Pero la cuestión en la que insisto es que no puede haber Banco Central sin gobierno central, es decir, que el problema grave es el euro, no el espacio económico común. Y precisamente Gran Bretaña no estaba en el euro, como no están Dinamarca ni Suecia. A Gran Bretaña no le afectaba por tanto el hecho de que Draghi sea simplemente un banquero procedente del mundo de los banqueros al servicio de los banqueros. Que La UE pueda empezar a romperse por uno de sus paises ricos y no por el lado contrario prueba que, hoy por hoy, la racionalidad en política brilla por su total ausencia, y que están funcionando mecanismos cultural-políticos que son meros prejuicios, no reacciones racionales frente a una realidad claramente rechazable.
Se habla de que la extrema derecha empieza en la Europa del Norte a reclamar referendums. Curioso que no se mencione a Grecia, donde, por cierto, han manifestado su oposición a la UE tanto la extrema derecha como la extrema izquierda comunista. Si ese referendum empieza a ser planteado, y no importa quien tome la iniciativa, es posible que en Europa se empiece e reconocer la realidad, y entonces cabe la posibilidad de aparezca una alternativa a la austeridad, que es el origen del problema, a pesar de que no lo es directamente de la reacción popular (no lo olvidemos: el antieuropeismo, en Gran Bretaña, en Holanda y en toda la Europa del norte es cosa precisamente de los más pobres), secillamente porque es la causa de la persistencia de la crisis, y por tanto de que cualquier problema añadido, como es el caso de la emigración o de los refugiados, significa que «llueve sobre mojado». En el comienzo de la Guerra Fría, en Alemanía, un problema análogo pero mucho peor, el de los expulsados del Este, se añadió a todos los derivados de la destrucción 1940-1945, pero precisamente contribuyó a resolverlo, porque se encontró trabajo para todos, y a esto se le llamó «el milagro alemán», aunque fue más bien el «milagro del general Marshall». Eran otros tiempos. Las causas no objetivas sino políticas de la diferencia están expuesta con claridad en el ensayo, y no es cosa de repetirlo.
En cuanto a «los partidos emergentes» el comentario no es totalmente justo, puesto que han identificado correctamente el origen del problema. No podemos reprocharles que lamenten la salida de Gran Bretaña de la UE, porque eso a corto plazo no beneficia a nadie, y si han dicho lo esencial: con el enfoque que ahora domina, la Unión Europea tiene que acabar desapareciendo. Cierto que en cuanto esa salida dinamiza la situación, si es posible que resulte un efecto positivo; posible pero no seguro: por ahora, los únicos que plantean claramente la posibilidad de la salidad son los pobres de los paises ricos, que se sienten perjudicados por los pobres de los paises pobres; estos en cambio siguen callados.
Lo que sí se le puede reprochar a partidos como Podemos es que non han sido capaces de salirse de la «recta ideológica» derecha-izquierda, y de que por tanto están contribuyendo a presentar la oposición a la irracionalidad esencial que es el diseño neoliberal de la UE como extremismo, sea de derecha o de izquierda, y no como propuesta racional. Ese es el motivo por el que es absolutamente imposible que Podemos gane las elecciones de mañana por mayoría absoluta, cosa a la que manifiestamente no aspira, ni ha dado pasos de los que se dedujese que podría aspirar. Lo que de ahí para abajo puede pasar es en realidad intranscendente: mañana en realidad, no va a pasar nada. Y de momento, con el Brexit tampoco ha pasado nada, porque como señalé, no afecta al euro. El alarmismo que se desató forma parte del estilo comunicacional del sistema, será olvidado muy pronto. Si se produce un efecto dominó, aunque empiece en el Norte como consecuencia de la irracionalidad normalizada, y no el Sur, quizás sí empiece a pasar algo. Hay algo que sí me atrevo a «profetizar»: si no cambia el discurso -y esto significa: si no se pone en cuestión la evidencia de la «recta ideológica»- ningún hecho va a producir cambios para mejor. La insistencia en que el esquema derecha-izquierda es el espacio evidente para todo discurso político sólo puede favorecer a lo que se llama extrema derecha. A corto plazo, lo más probable, de Francia para el norte, es precisamente eso.
Veo que en este blog se habla bastante de la situación política, más que de economía. Pero hay una cuestión que me parece importante y que se está dejando de lado. Basilio habla de que la política antiausteridad no es solo de izquierda, pero la izquierda debería estar en ella, aunque no está claro que siempre sea así. Entonces, esa no-izquierda antiausteridad ¿qué es, o qué puede ser? Y concretamente: ¿qué tiene que ver con los planteamientos del Papa Francisco? A mi, ésto último me parece importante, pero no veo que se esté tomando en cuenta. Victorino Pérez Prieto.
Estoy de acuerdo que es una cuestión importante, muy importate. Probablemente, la decisiva en cuanto a la posibilidad de que llegue a aparecer una linea antiausteridad clara y convincente, cosa que por ahora no hay. Y lo que veo es, también, que no se tiene en cuenta. Pero no me refiero a este blog, sino más bien a la sociedad en general, y en particular a los sectores que podrían plantear una alternativa. Por ejemplo, el sector que podríamos llamar social-cristiano, no en el sentido de la Unión Social- Cristiana bávara (el partido homólogo del de Merkel) sino en el que se puede decir de un personaje como Rafael Correa, a quien cito varias veces en el libro, pero cuya significación no se percibe. Y esto, Victorino, en cierto modo va también por ti, porque ¿a qué esperais los cristianos «progres» para constituir un movimiento que no se defina de izquierdas pero que claramente no sea de derecha, al menos tal como se entiende ahora?
Para oponerse al neoliberalismo no es necesario, ni ayuda mucho, apelar a Marx. ¿Acaso no sería perfectamente legítimo apelar a Konrad Adenauer, aunque en este momento el partido con el que gobernó se ha convertido en el principal protagonista del neolibralismo en Europa? Cierto que vosotros, los cristianos progres, tampoco tuvisteis nunca en mucho a Adenauer. Pero si yo lo puedo citar como ejemplo de una política social contraria a la que hoy sigue la CDU, esto demuestra hasta que punto es grave el nivel de retroceso que Europa en conjunto (y el mundo) ha experimentado.
Pero ahora teneis a Francisco y me parece un punto de apoyo fundamental para iniciar una renovación del mensaje socialcristiano. Y esto, una pieza clave para un movimiento cívico mucho más amplio que la izquierda. Aunque por mi parte de ninguna manera me puedo incluir en ese movimiento, porque de alguna manera, aunque no sea explícitamente confesional, estaría basado en creencias; y ya te dije alguna vez que mi religión me prohibe tener creencias.
Lo que yo preguntaria, a la vista de las últimas respuestas del autor en este debate, es en qué queda eso de la iniciativa ciudadana, de la que habla en la presentación del ensayo. Brais Ledo
Bueno, yo creo que en el ensayo, y también a lo largo del debate, hablo de eso como de algo que en este momento histórico empieza a ser posible. Y está claro que lo que es solo posible y no seguro, también es posible que al final no se realice. En el debate, alguien menciona un artículo mío publicado en la revista Tempos Novos. Cierto que está en gallego y por tanto no puede llegar a todos los lectores. En relación a este tema menciono lo que digo casi al final de ese artículo: en Galicia se han formado dos «plataformas ciudadanas», que al final han apoyado a dos candidaturas que son candidaturas de partido o de coalición de partidos. Estas plataformas entiendo que están a mitad de distancia entre lo que sería auténtica iniciativa ciudadana y un fenómeno de «compañeros de viaje», como se decía en otro tiempo. Cabe la posibilidad (solo la posibilidad) de que después del 20 de diciembre sean capaces de unificarse y adoptar una actitud menos pasiva frente a esos partidos. Si fuese así, entonces empezaría a haber «iniciativa ciudadana» y no hace la cuestión que inicialmente sería un fenómeno muy minoritario.
Hola Basilio, permítame formularle una nueva pregunta: Estamos a mi juicio en la transición a una nueva sociedad, pero sería usted tan amable de responderme en líneas generales ¿con qué nos vamos a encontrar a nivel de ciudadanos el día a día (sueldos, trabajo, educación, sanidad)? Muchas Gracias de nuevo. Felipe Rodríguez Hermida
O sea. la pregunta podría formularse así: ¿Qué nos espera en materia de política social? A lo que tendría que responder: no soy adivino.
Claro que lo que quizás sí se puede adelantar es las condiciones para que suceda una cosa u otra. A corto plazo, en España, es prácticamente seguro que no va a haber un gobierno de un solo partido, quizás ni siquiera de dos. Y que, de una forma u otra, va a haber un intento de rectificar algo la demencial política europea. Mejor dicho, sus consecuencias más claramente negativas, pero sin querer tocar las raíces del problema si gobiernan unos, o sin ser capaces de tocarlas, en otro caso. O sea, que poco va a cambiar.
Lo que fundamentalmente puede cambiar y debería cambiar, pero todavía no es seguro que suceda, es la actitud de la ciudadanía respecto a la clase política, en la que hay que incluir ya a los llamados partidos emergentes. No es un gran cambio que del bipartidismo inmovilista pasemos a un sistema de cuatro partidos. Pero como lo que así se establece dista mucho de ser estable, es la posibilidad de un cambio decisivo, que solo se produciría si hay otro nivel de intervención ciudadana y también otro nivel de debate de programas y conceptos políticos básicos: qué es democracia, para qué sirve Europa, qué relación tiene la idea de Europa con la autonomía del BCE, qué pinta Europa en el juego de poder mundial en relación a USA, Rusia, China, etc. Y solo a partir de ahí, y de todos modos dependiendo mucho de la coyuntura mundial, podría producirse un cambio importante para mejor.
He leído un artículo del autor en la revista Tempos Novos bastante pesimista pero yo aún lo soy más. El fracaso de una gran coalición antiausteridad en Galicia ¿no significa que esa idea de un movimento ciudadano pasando de ideologías es una utopía? ¿Y significa también que la clase política es siempre igual, y los que dicen ir contra la casta son como ellos? Angeles Fernández
La idea de un movimiento ciudadano basado en la mera racionalidad y no en formulaciones ideológicas no me parece una utopía y sí una necesidad a escala mundial. Lo que está claro es que por ahora no es una realidad, y también que ha comenzado a percibirse su necesidad, lo que es ya un paso decisivo. Pero no sirve para nada si no le siguen otros que por ahora ni se dieron ni estoy seguro de que se hayan insinuado.
Si la lectora ha leído mi artículo en Tempos Novos vería también que hablo de un grupo por ahora marginal, del que digo sin embargo que daría mucho juego dentro de un proceso de convergencia: Compromiso por Galicia. Digo sobre él dos cosas. La primera es que aportaría a una plataforma en la que participase la imagen de que esta es más que la unidad de la izquierda, aunque también tendría que ser eso. Lo que no se traduce en lo que se llama desplazamiento al centro (creerlo así es una de las dos causas del retroceso de Podemos) sino que una cosa es estar contra la austeridad neoliberal y otra contra el capitalismo. La segunda es que ha manifestado sentido político (lo que no se vio cuando fue en solitario a las elecciones municipales) al poner como condición de participación el que hubiese una única plataforma. Por otro lado, es claro que aquí no ha habido realmente movimiento ciudadano, ni siquiera dentro de la minoría con cultura política pero alejada de la militancia que podría iniciarlo, y con esto aludo claramente a la actitud de la mayoría de mis amigos personales.
¿Significa esto que los políticos «alternativos» son iguales que la casta de la que hablaba Podemos, aunque ahora ya no habla?. Si y no, según como entendamos casta.
En principio casta quería significar clase política establecida, y esto alude ya a dos cosas: que son iguales, en el sentido de igualmente corruptos, pero también que cuando están en el gobierno aplican casi las mismas políticas, aunque desde la oposición prometan lo contrario.
Podemos, como partido emergente, quiere combatir seriamente la corrupción. Esto mismo vale para Ciudadanos, aunque cada vez está más claro que ideológicamente es casi igual al PP, más al centro en algunas cosas -en política social-, más a la derecha en otras -en el modelo de Estado-. Por eso, al no haber una alternativa convincente, es decir una renovación de las ideas que responda a los radicales cambios que la civilización ha experimentado en las últimas décadas, es lógico que buena parte del electorado del PP pase a C’s, y el total de votos casi se mantenga. Esto es lo natural si se supone que el defecto principal del PP es la corrupción, y no la sumisión al poder financiero que, a través de las instituciones europeas y del gobierno alemán, pretende eliminar la poca soberanía que queda en los países del Sur de Europa y humillar a los gobiernos «díscolos» (Grecia) aunque a medio plazo se acepte, sin decirlo, el diagnóstico de que la austeridad no es el remedio sino la causa de la recesión persistente y, por lo pronto, que la inflación positiva es necesaria (y con una magnitud muy superior a lo que piensa Draghi, el presidente del BCE, pero esto ya se verá después de aplicar las medidas que propone).
En cuanto a las mismas políticas, también está claro que el PSOE, cuando cambió la Constitución «cladestinamente» -por vía de urgencia en medio del verano- de acuerdo con el PP, obedeciendo sin rechistar órdenes de la Comisión Europea, era eso lo que hacía, y Podemos quiere hacer otra cosa. El ejemplo de Tsipras nos hace pensar que la cuestión es que pueda, aunque la situación de España no es tan grave como la de Grecia. Y también que pueda y quiera alcanzar el nivel de movilización popular que tendría que tener como respaldo para hacer frente seriamente a Merkel (que está gobernando con el SPD, es decir con el equivalente del PSOE allí) y a la Comisión Europea, en ambos niveles con la misma composición política: alianza de conservadores y socialdemócratas dirigida por los primeros, ejecutando una política que de socialdemócrata no tiene nada.
Pero clase política significa también otra cosa a la que Podemos no aludía al usar casta (desde luego no Pablo Iglesias y su equipo, quizás sí algunos críticos internos): las luchas de poder internas, los grupos y los liderazgos cuya razón de ser no es ideológica, y que estas cuestiones pueden sobreponerse a planteamientos ideológicos y programas. Y en este sentido si está claro que cualquier partido emergente va a tener esos defectos tanto como los tradicionales; y, además, que como tendencia interna de cualquier organización es inevitable, porque deriva de la naturaleza humana, ningún movimiento político ni transformación institucional la va a cambiar. En el artículo de TEMPOS aludo a esto como causa del fracaso de la convergencia. Y por eso la otra razón del retroceso de Podemos es que Pablo Iglesias parece haber olvidado la idea de movimiento cívico y quiere llegar al gobierno como sea, quizás ya solo para «vicepresidirlo», porque prefiere un retroceso de la credibilidad del partido que un retroceso de su rol en él.
Pues bien, en ese artículo también digo (quizas de modo demasiado esquemático) como se puede amortiguar esa tendencia inevitable y compensar sus efectos, casi siempre negativos, capaces de dar al traste con el proyecto teóricamente mejor planteado: la participación ciudadana directa no solo en el control de las decisiones públicas, sino en la vida interna de los partidos, de modo que la instancia suprema nunca esté constituida por los responsables de la actuación a corto plazo, que tienden a olvidar tanto los objetivos a largo plazo – la pretendida identidad ideológica- como las promesas electorales, sea en función de cuotas de poder o por intereses particulares. Estos se pueden desarrollar después de acceder al poder: sabemos bien que un político muy honesto cuando es un combatiente, puede dejar de serlo cuando se convierte en gestor. Y esto lo traduzco en una propuesta clara, que es un test; pero no para la clase política gallega sino para el sector caracterizado por tener cultura política pero no militancia, del que formo parte: que, después del fracaso que sin duda se va a producir el 20D (al menos en comparación con lo que sería posible) las dos plataformas «ciudadanas» debería unificarse sin esperar por los partidos, y exigir desde esa posición que se actúe de otra forma en la preparación de las elecciones gallegas.
Acaba de haber unas elecciones en Venezuela cuyos resultados parecen confirmar las previsiones de la prensa española más de derecha. Ciertamente, las referencias en el ensayo a Venezuela no son muy favorables al chavismo, pero pregunto al autor ¿Este resultado era para él previsible? ¿y desable, o a pesar de las graves insuficiencias del chavismo que dice, constituye un retroceso? Carlos Carballo
En el ensayo ya digo claramente que hubo durante mucho tiempo un bloqueo entre las insuficiencias graves del chavismo y la incapacidad de la oposición. Y que esta no representa una alternativa positiva, es demasiado diversa y su unidad tiene sentido solo como oposición. Por eso, en este momento, lo urgente para ella en una Ley de Amnistía, porque en ese punto no hay discrepancias y mantiene la confrontación con Maduro, que sigue siendo el titular del poder ejecutivo en un sistema no parlamentario, sino presidencialista. En teoría, la situación de Maduro no es muy diferente de la de Macri, otro presidente con una mayoría en contra claramente en el Senado, y ya veremos como se apaña con el Congreso.
Lo que digo es que esa oposición solo puede contar, para romper el bloqueo a su favor, con la ayuda exterior, y que la fundamental es la caída del precio del petroleo. Lo que el chavismo llama guerra económica es consecuencia de eso, por más que en parte sea verdad, si el petróleo se mantuviese por encima de los 60 dólares/barril no habría problema. Y la más decisiva incapacidad del chavismo con Chávez no menos que con Maduro, fue la de amortiguar algo esta dependencia, además de mantenerse en una confrontación permanente, interna y externa. En el ensayo digo que lo que podría salvar al chavismo es un apoyo chino, por su gran reserva de dólares, pero ese apoyo no llegó. China tiene motivos para favorecer discretamente a los enemigos de USA, pero no para combatir al neoliberalismo en Occidente y en todo el mundo, que fue la clave de su desarrollo industrial. Por tanto, una victoria electoral de la oposición era previsible y realmente prevista por todos, también por el chavismo, aunque muchos dijeran otra cosa y solo algunos reconocieran lo que todos sabían. La magnitud del desplazamiento de votos no fue tan grande como parece, la oposición obtuvo dos tercios de escaños, pero mucho menos de dos tercios de votos, cosa que es consecuencia de un sistema electoral predominantemente mayoritario (en los llamados circuitos uninominales) que anteriormente había beneficiado al chavismo y que este implantó, así que ahora no puede protestar.
¿Era esto deseable? Lo único no deseable, pero además no posible, era la continuación del bloqueo político. Yo no creo que constituya un retroceso el hecho de que algo construido sobre una inmensa falsedad se derrumbe, aunque detrás de esa falsedad haya una buena intención que detrás de la mayoría de la oposición no hay. Reproduzco lo que digo en el ensayo (esta parte fue escrita hace varios años): Es pura política-ficción que se esté experimentando un modelo socialista en un país totalmente dependiente de la financiación externa del petróleo, con grave déficit cultural y de capital social, sin una política de inversión que traduzca la mejora de las condiciones de vida de la mayoría en vertebración interna y crecimiento real: una economía saudí, como en el puntofijismo, más repartida pero sin control de lo que da de sí, problema que aquel no tenía porque los beneficiarios eran muchos menos.
Hola nuevamente. Basilio, permítame hacerle una nueva pregunta: Los gobiernos de la UE son, a mi juicio, demasiado débiles prácticamente para todo. ¿Qué futuro a nivel global tiene la UE a corto plazo? Felipe Rodríguez Hermida
Hablar de «qué futuro tiene algo» es muy arriesgado hoy día, porque las cosas mal hechas no siempre dan paso a la posibilidad de mejora, es bien sabido que a veces sucede lo contrario, y se inicia un proceso degenerativo irreversible. La deficiencia estructural de la UE es algo que trato en el ensayo, de forma breve pero rotunda: no funciona un Banco Central sin gobierno central y la UE no tiene gobierno central, ni parece que lo pueda tener. Esto en el plano económico, que es el central en mi análisis. Desde el punto de vista político-cultural, que no es el central pero si el más profundo y decisivo, la UE son dos cosas muy claras y de combinación nefasta: por un lado el mito del europeísmo, con la pretensión de algo así como Meca de la democracia, el equilibrio, en otro tiempo entre USA y URSS (que nunca se dio), el modelo mundial para los DDHH, etc. Por otro, la institucionalización del neoliberalismo y la impotencia del Estado.
La combinación de ambas cosas tiene una consecuencia muy clara, y que contesta directamente a la pregunta sin necesidad de entrar en análisis por sectores: en cualquier caso, lo que no tiene la UE es un futuro de protagonismo mundial. No lo tuvo nunca ni nació par ello, y de momento va a seguir asi, probablemente en un proceso de decrédito creciente, se manifieste de una forma (Grecia) o de otra (Polonia).
Cabe considerar que la formación de un «gobierno antiausteridad» (dejando aparte el alcance que pueda tener este «anti») en Portugal puede ser el inicio de la formación de un frente sureuropeo que rectifique ligeramente la esencia neoliberal de la UE; esto podría conducir a amortiguar ciertos excesos y a una rectificación mínima, que en realidad está ya planteada (que la sepan ejecutar es otra cuestión) desde el BCE. Pero en cualquier caso, LA UE no va a ser el motor de nada a escala mundial.
Estimado Basilio, no me es en absoluto sorprendente que su libro haya llegado al Papa Francisco, ya que es de lo poco serio y coherente que se puede leer hoy en día. Es más, le invito a dar un paso de gigante hacia el gran público. Permítame aprovechar este mensaje para hacerle una pregunta: Cuál cree usted que debe ser la postura de cada uno de nosotros para dar un paso social, económico y político para salirnos del margen en el que nos encontramos? Felipe Rodríguez Hermida
En cuanto a lo de dar un paso de gigante hacia el gran público, es más fácil de decir que de hacer, o en todo caso no soy la persona adecuada. Las lecturas del «gran público» ciertamente tienen que ser textos redactados de forma muy asequible. Pero lo que al final los hace triunfar no es su interés objetivo sino la función de los medios, de la prensa o la televisión; y esos medios en ningún caso están orientados a que la gente se entere de lo que es importante, si no es lo urgente en el corto plazo. Para poner un ejemplo muy asequible: el «gran público» sigue estando poco motivado por la cuestión ecológica. Y, por cierto, tampoco Francisco va a ser directamente decisivo para variar esto. Indirectamente, por un proceso cultural complejo, sí puede incidir, y muy decisivamente… si insiste y si consigue que esa sensibilidad perdure más allá del tiempo que pueda durar su pontificado.
En cuanto a la pregunta, tomando la cosa con humor, tendría que decir que ésa es la pregunta del millón. Pero, dejando el humor aparte: lo que denomino en el ensayo racionalidad social no es algo que surja expontáneamente, ni por un cambio simultáneo entre todos o la mayoría de los simples ciudadanos. El cambio sólo lo es si acaba siendo comunicado a esa mayoría y la insatisfacción con la situación general es un acicate para que se produzca. Pero la racionalidad social tiene una dimensión intelectual: la capacidad de crítica de los prejuicios compartidos por la mayoría y potenciados sistemáticamente por los medios de difusión. Por eso, no puede surgir sin algún movimiento iniciado en el seno de la intelectualidad y de la intelectualidad más atenta a los procesos políticos, pero no identificada ni identificable con sus miserias, que son muchas y bien conocidas. Sin liderazgo no hay emergencia de alternativa.
En el mismo ensayo ya hablo de tres emergencias caracterizadas por poner en cuestión el sistema tradicional de partidos y lo que llamo la recta ideológica: son el Partido Pirata en Alemania (hoy ya casi olvidado), el Movemento Cinquestelle en Italia, y Podemos en España. El M5S fracasó por el antipoliticismo intransigente de su lider, Beppe Grillo, porque no fue capaz de percibir que aunque todos son iguales (es decir, corruptos) unos son más iguales que otros, y lo que tenía que hacer era una alianza táctica y de corto plazo con el sector más limpio de la izquierda. No lo hizo por su cerrazón, y quizás por estar asesorado por alguien al que se le nota demasiado su procedencia de la derecha más pura (Casaleggio), y el resultado es un fracaso que parece ya irreversible. En el caso de Podemos, ya en el ensayo aviso de cual puede ser la causa profunda del fracaso: insistir en la Recta ideológica, pretender aglutinar a la izquierda, aunque sea una izquierda renovada y que no pone la bandera por delante para perder, pero perder con honra (la izquierda europea bien podría reivindicar como su «santo principal», a Méndez Núñez, cambiando sólo «barcos» por «votos»). La causa aparente es otra, que Podemos ha abandonado el discurso inicial, y el espíritu del 11M, para entrar en el juego de la política de siempre. Pero esto es consecuencia de lo otro, porque si Podemos, aunque no lo diga o no insista en ello como otros, sigue ubicándose en la izquierda, no puede hacer otra cosa que tratar de llegar a participar en el poder haciéndo el juego de la socialdemocracia, como adlátere o como sustituto de ella. Y el ejemplo de Tsipras lo demuestra claramente.
Dicho de otra forma: Beppe Grillo fracaso por antipolítico, pero Pablo Iglesias es probable que fracase por demasiado político, o usando una expresión popular, porque se le ha visto el plumero demasiado pronto. Aunque el concepto de fracaso es relativo, porque si lo único que pretende es hacer con relación al PSOE lo que debería haber intentado IU y no fue capaz (excepto, muy tarde ya, en Andalucia) cabe que tenga cierto éxito. Ese tipo de éxito, como está sucediendo ahora mismo en Portugal, es el máximo al que puede llegar la izquierda. De hecho, cabe que en la mente de algunos se esté conformando un frente sur-europeo «antiausteridad» por la convergencia de Tsipras, Renzi, Hollande, el posible gobierno «de izquierda» portugués, y un eventual gobierno PSOE-Podemos en España. Esto es lo máximo que por ahora «ofrece el mercado» de la política europea, y confirma lo que afirmo taxativamente en el ensayo: una política antiausteridad en serio no comenzará en Europa hasta que deje de presentarse y ser vista como «la izquierda».
Siguiendo este blog, no dejo de recibir sorpresas. Entiendo que el autor de Transparencia y barbarie haya remitido el ensayo al papa Francisco, pero ¿que tiene que ver la cosa económica, o social, que se trata ahí, y eso del diálogo inter-religioso? ¿No son esferas totalmente separadas? Antonio García
Bueno, uno de los lemas que inspira mi ensayo, y en realidad toda mi obra publicada y aun sin publicar es: todo tiene que ver con todo. Justamente Francisco también dice eso en su encíclica Ludato SI, aunque lo proyecte fundamentalmente en la cuestión ecológica.
La relación es en realidad muy sencilla: Francisco, de esto no cabe duda, reivindica la tradición de la doctrina social de la Iglesia, que en otro tiempo la izquierda revolucionaria consideraba un simple parche que no resuelve los problemas, y simplemente reforzaba la defensa del capitalismo. Pero incluía principios que hoy pasan por radicales, «antieconómicos», etc. (pongamos el reciente discurso del presidente del gobierno portugués, Passos Coelho, mientras se prepara para liderar la oposición al ya seguro gobierno de la izquierda), y que hoy una parte de la llamada izquierda, la socialdemocracia, claramente no asume, y la otra parte evita hablar mucho de ello. Francisco es pués un testimonio viviente de que la oposición al neoliberalismo no es izquierda, y por tanto su defensa no es tampoco la derecha sino en todo caso una forma particular de derecha, y que podemos calificar sin duda de «extrema», aunque no es lo que tradicionalmente se denominaba «extrema derecha», porque esta se caracterizó por el recurso a la violencia, y el neoliberalismo parece haber descubierto la receta para el dominio sin armas… directamente (indirectamente está claro que sin el poder militar USA y su política de «gendarme mundial», el neoliberalismo no podría sostenerse, pese a interesar a China y ser la clave de su avance en detrimento de USA).
Eso del diálogo inter-religioso, en el que está muy interesado, y tiene ya contactos relevantes y muy variados, mi amigo Victorino Pérez Prieto, tendría que partir de los puntos de confluencia entre las distintas religiones y sensibilidades religiosas en general (entre las que cabe incluir posturas completamente aconfesionales o agnósticas, pero que en sentido amplio son una forma de religión, y desde luego yo me autoincluyo en ello). Y el rechazo del neoliberalismo sería una de las cnincidencias más inmediatas, con la importante ventaja de que es una coincidencia que no excluye a los que somos no-creyentes, en sentido convencional.
El diálogo inter-religioso implica de alguna manera relativizar el aspecto conceptual del pensamiento religioso, y centrar la atención en el práctico-moral, en el que hay manifiestamente ya mucha coincidencia. Y en ese sentido es algo convergente con lo que en el ensayo denomino «conciencia cívica transideológica». En cierto modo, «transideológico» tiene el mismo alcance que «transconfesional», o «inter-religioso». Aunque todo esto son cosas a tratar más despacio, quizás en otro nivel.
Bravo! Basilio, por tu magnífico ensayo, que van a leer desde los militantes politica y socialmente más comprometidos de esta sociad mentirosa e hipócrita, hasta el mismo Papa Francisco. Victorino Pérez Prieto, Phd en Filosofía y Teología
Gracias Victorino, por el comentario, aunque espero que hablemos con más calma. En cuanto a lo que dices de que el papa Francisco va a leer el ensayo, por ahora lo único que me consta oficialmente (por comunicación de la Secretaría de Estado, en nombre de Francisco ) es que lo ha recibido y que agradece el envío. Entiendo que en este momento puede tener un rol histórico tanto en la cuestión de la relación religión-política (recordándonos que la doctrina social de la Iglesia, en su forma más moderada, es incompatible con el capitalismo de casino) como en el diálogo inter-religioso .¿No ha llegado a sugerir la constitución de una especie de ONU de las religiones? Si se hiciera algo así, uno de los puntos de coincidencia más evidentes y sin conflictos consistiría precisamente en ese rechazo al poder de los banqueros. Como sé que éste es un tema en el que estás trabajando, me parece que debemos profundizar en él, para establecer la conexión y para difundirla.
Eso de que el tema de los refugiados tiene relación con el problema de Cataluña es dificil de entender. ¿Y que tienen que ver las dos cosas con la crisis económica? Antonio García
La relación entre las dos cosas pasa precisamente por el hecho de que ambas inciden en el tema de la crisis de una manera muy clara: son procesos que tienden a desviar la atención. A una parte de los euroeos del norte los refugiados les parece un refuerzo del problema que ya veían en los emigrantes, y contribuye por tanto a fortalecer posiciones de populismo xenófobo. Con ello no se refuerza la posición de Juncker y de Merkel directamente, pero éstos aparecen como adalides de la democracia, del humanismo y de la solidaridad, y por tanto se olvida la relación causal austeridad-> recesión-> paro.
En el caso de Cataluña, desde el primer momento la iniciativa de Mas, dando un giro de 180º a lo que fue la política de Convergencia durante 36 años, lo que hace es tender un velo sobre su solidaridad con la política de Rajoy, es decir, su plena sumisión a Merkel, y obtener asi el respaldo de un partido moderado en lo socialeconómico pero crítico con la austeridad (más que el PSOE), Esquerra, y el de otro radicalmente opuesto a ella, la CUP.
Y lo más importante: la cooperación silenciosa de Rajoy y Mas en esto es clara. Las elecciones catalanas habían sido presentadas como un refrendum sobre la independencia. Los independentistas ganaron en diputados, pero perdieron el referendum, ciertamente por poca diferencia (y el aumento de su apoyo es también un mérito personal de Rajoy). Después de las elecciones, la CUP declaró que el programa independentista quedaba aparcado porque no habían ganado el referendum, y Mas no podía ser President, aparte de insistir en el tema de la corrupción dentro de Converxencia. ¿Y que hizo Rajoy? Todo lo posible para que Mas se presentase como perseguido. El cambio de actitud de la CUP, olvidando de nuevo lo que le separa de Mas, es el resultado de la actuación de Rajoy. Y no hay motivos para pensar que es un resultado inesperado, ni siquiera no deseado; si los hay para pensar que fue deliberadamente buscado.
Una cuestión complemente diferente es la responsabilidad directa del gobierno USA en la existencia del problema de los refugiados y del propio Estado Islámico, pero eso es mejor dejarlo para oto momento.
Por favor, Basilio, ¿Podría contestarme a las siguientes preguntas? 1-Ante las próximas elecciones en España podría darme su opinión sobre el resultado a corto plazo, independientemente del partido que gobierne. 2-Europa y la conciencia colectiva: ¿Cómo podemos tener conciencia colectiva si cada país miembro solo mira a su ombligo? 3-¿Podría darme su opinión sobre los refugiados Sirios y sus posibles consecuencias? 4-La Economía en Europa no tiene solución ¿o sí? 5-¿Cómo puede la sociedad desarrollar una conciencia social con resultados auténticos ? 6-Por último, ¿Los Intelectuales donde están cuándo más se les necesita a VDS.? Gracias por atenderme. Fdo. Felipe Rodríguez
Son muchas preguntas juntas, aunque no puedo negar que tienen relación con lo tratado en el ensayo y con lo que a mi mismo más me preocupa en estos momentos. Otra cosa es que no se trata de preguntas precisas, y no estoy muy seguro de que mi respuesta sea satisfactoria. Altero el orden para enlazar las respuestas.
1. Por supuesto que no sé cual va a ser el resultado a corto plazo, aunque si puedo decir algo independiente del partido o la coalición de partidos que llegue al gobierno: es probable que en cualquier caso algo se va a hacer para rectificar un poco la política de austeridad, y es seguro que va a ser muy insuficiente. Que se va a hacer algo es seguro porque en realidad ese es el proyecto del BCE y de la Comisión Europea, aunque de forma que se repriman los movimientos nacionales «subversivos», como en el caso de Grecia y del viraje de Tsipras. Que va a ser insuficiente, porque por los motivos que digo en el libro (en los que insisto en la entrevista publicada en la revista gallega Tempos Novos) la izquierda antiausteridad es incapaz de alcanzar la mayoría social, precisamente porque insiste en presentarse sólo como izquierda.
Por otro lado, el problema no es sólo de que partido o grupo de partidos forman gobierno, sino que desde un nivel meramente nacional es dificil hacer nada, porque el gran éxito del neoliberalismo es que el nivel de interdependencia alcanzado genera una casi total impotencia, y esto es máximo en el caso de CE por la pérdida de la soberanía monetaria. Si en Portugal se llega a formar ese gobierno de izquierdas que el presidente Cavaco Silva ha promovido por rebote contra su desafortunada intervención (desafortunada para los intereses que defiende) cabe esperar que cierto entendimiento entre Portugal, Grecia, Italia y Francia, es decir un entendimiento desde el fracaso y la impotencia de la socialdemocracia del sur europeo al funcionar sólo a escala nacional. A este «frente» se podría sumar España en el caso del resultado más favorable posible (que nunca sería un gobierno de Podemos, según por ahora parece) y creo que el proyecto de Tsipras es ganar tiempo hasta que un «frente» así sea posible. Pero ni siquiera ese pequeño paso es seguro.
4. Esta pregunta es la que enlaza con la primera. Para contestarla se podría escribir un texto aún más largo que mi ensayo, pero también hay una respuesta breve: tiene solución y tecnicamente fácil, el problema real es político. Pero la solución política está bloqueada porque la cultura política imperante (lo que llamo en el ensayo «la recta ideológica») bloquea la formulación de un proyecto capaz de alcanzar la mayoría social.
5 y 6. Los intelectuales son los principales responsables de la continuidad de lo que llamo «recta ideológica», y están sumergidos en el pesimismo, porque que el Mito del Progreso no funciona lo tienen claro, pero al morir su dios no han sabido sustituirlo, por ahora. Creo que hay indicios débiles de que es posible desarrollar una conciencia cívica auténtica, no codicionada por prejuicios ideológicos. Pero eso es una transformación cultural que requiere tiempo para una cierta «acumulación de conciencia», aunque la acumulación de hechos objetivos ha pasado el límite crítico hace tiempo.
2. Supongo que con «Europa y conciencia colectiva» hace referencia a la posible conciencia colectiva europea. No es sorprendente que como dice, cada pais miembro sólo mire a su ombligo. La CE fue montada por tecnócratas, con participación directa de grandes multinacionales (Phillips fue la encargada de los estudios técnicos previos para hacer posible la unión monetaria, por ejemplo) y el mensaje trasmitido a la ciudadanía fue «dejen todo en manos de los expertos ellos saben todo lo que hay que hacer». Y lo que sabían los expertos, es decir la tecnoestuctura financiera, era precisamente que había que dejar todo en manos de la tecnoestructura financiera, no sólo en el diseño sino en el funcionamiento posterior. Y así fue la cosa. El europeísmo es por ahora, la cobertura pseudo-ideológica de esa expropiación, que llevó a la liquidación de la soberanía de los Estados sin aparecer una soberanía europea. La construcción de una auténtica conciencia colectiva europea sería el proyecto de la socialdemocracia, pero esta ha tenido hasta ahora una postura entreguista, en parte sigue con ella, y en todo caso da la impresión de que para construir un proyecto de Estado europeo, que no sea la Europa de los banqueros, es demasiado tarde… y la socialdemocracia en general, demasiado carente de firmeza política.
3. Podría, pero es otro tema que quizás convenga tratar despacio en otro momento. Tiene relación también con cosas a las que aludo en el libro (el anacronismo de la política exterior norteamericana, el desastre de todas sus intervenciones, la carencia en USA de un auténtico gobierno propio), y con otra de la que se va a hablar pronto, pero parece que aún no hay conciencia de sus claves: el problema catalán y como la cooperación implícita en la supuesta confrontación entre Rajoy y Mas, claramente situados del mismo lado en política económica (y con la misma carga de corrupción interna), sirve para apartar la vista del problema que sigue siendo fundamental en España, y en Europa y en el mundo, la crisis económica.
Gracias Basilio, por tu libro y gracias Mar Maior por lanzar esta iniciativa de crear un foro alrededor de una obra de mucha actualidad pero compleja y llena de matices. Basilio: puedes elaborar un poco en un concepto intuitivo y definitorio del Mito del Progreso: «La infinitud de la recta no la podemos ni siquiera imaginar, pero la “vemos” en la seguridad del camino a seguir». Mencionas al Cardenal Cusano: La infinitud extensiva de la recta, y la del universo y su » despliegue». Puedes explicitar un poco mejor esta idea? el mundo es el despliegue de Dios!. Gracias. Miguel Trillo
Bueno, esto pertenece a la parte filosófica más abstracta del discurso que está detrás del ensayo TRANSPARENCIA O BARBARIE, y no es imprescindible para seguirlo. Lo fundamental es que la infinitud es la esencia de la Weltanschaung occidental-moderna, que nace del cristianismo pero representa una secularización, de modo que en el cristianismo originario infinito va con trasmundo (el Más Allá) pero en la secularización es el mundo el que se hace infinito. Infinito es una noción negativa pero en esta visión se hace positiva. Y ¿como puede tener un significado positivo si ni siquiera lo podemos imaginar? El carácter positivo del mito del infinito se manifiesta como seguridad, es decir, como optimismo. En Economía, por ejemplo, como el optimismo del crecimiento siempre positivo, sin límite: ¡siempre adelante!. Por eso he planteado la problemática general de la civilización actual con el título AL FINAL DEL INFINITO. Esto significa al final del optimismo simplista y lineal, lo que no significa optar por el pesimismo, sino por el realismo posibilista.
Si, de algún modo la pregunta se refiere a Podemos. En la Presentación del ensayo se dice que un movimiento cívico contra la política neoliberal puede aspirar a ser ABSOLUTAMENTE MAYORITARIO. La pregunta es: ¿Podemos responde a esto? ¿Que le impide ser absolutamente mayoritario? Porque parece que ya ni siquiera lo intentan. Antonio Garcia
Mi pregunta sería, después de leer lo que dice al autor al final del ensayo, en el que habla del actual momento político en España, pero de forma muy vaga: Ante las próximas elecciones generales ¿hay una alternativa creíble? Antonio Garcia
La pregunta no puede ser más directa; y es muy razonable que se haga, pues es la que nos estamos haciendo todos los que somos conscientes de lo más esencial que se dice en el ensayo: o sea, de que el neoliberalismo no funciona.
En primer lugar creo que hay que ser consciente de la distancia entre el análisis histórico-sociológico que se hace en el ensayo y la política concreta: esta consiste siempre en hacer apuestas y asumir riesgos, y esto vale para el político profesional, para el activista y el militante, y para el simple ciudadano que tiene que decidir a quien votar. Siempre se opta fijándose en lo que se considera decisivo y dejando de lado cosas, que luego pueden resultar más importantes de lo que se pensaba, y ahí está el riesgo.
En este caso, la opción parece ser el fenómeno Podemos y los procesos articulados de algún modo alrededor de ese nuevo partido o en todo caso según su nuevo estilo. Creo que no se puede incluir a Ciudadanos en este concepto de nuevo partido, ni por su antiguedad (experimentó un salto adelante reciente, pero tiene años de existencia), ni por su forma de articularse; ni sobre todo por su programa: Ciudadanos parece una alternativa a la corrupción del PP muy oportuna para recuperar el caudal electoral que este pierda a causa precisamente de la corrupción. Pero no es una respuesta al neoliberalismo del PP, ni siquiera a la total sumisión a Alemania.
Por tanto, tengo la impresión de que la pregunta en realidad es «¿qué pasa con Podemos?» Y si es así preferiría contestar a la pregunta explícita, porque creo que se la está haciendo mucha gente.
Como asiduo lector de este autor,desearía preguntarle si tal vez todo lo que estamos viviendo (Euro,Grecia,Podemos…) no es realmente el principio de nada y si el final de todo el sistema. Así mismo la conciencia individual de no estar al margen creo que es una utopía en los tiempos del neoliberalismo que nos toca vivir. Otras culturas mas valientes piden paso,la vieja Europa se ha aburguesado ya no nos queda nada que ofrecer ¿no le parece ? Por último la quiebra cultural,econòmica y social del viejo continente es un hecho claro del fracaso de nuestra sociedad. ¿que posibilidades reales tenemos si es que las hay,de lograr una conciencia social pura de la situación ? Gracias por atenderme. Felipe Rodríguez
Estoy muy de acuerdo con esa apreciación: lo que estamos viviendo no es el principio de nada, sino el final de lo viejo… o parte del final de lo viejo.
La conciencia individual es siempre utopía si no se articula de forma colectiva y operativa, y esto es siempre un proceso complejo y que tiene que llevar algún tiempo. El problema es que articularla no se hace sin ideas ni sin alguna forma de liderezgo. Y la cosa puede fallar por esos dos lados: por las ideas, porque se insista en las viejas, las que se está viendo que no funcionan. Por el liderazgo, porque es demasiado fácil que lo asuma alguien que en el fondo NO ASPIRA MÁS QUE A OCUPAR EL LUGAR DE LA VIEJA CLASE POLÍTICA; o simplemente, que produce esa impresión, aunque no sea correcta.
En cuanto al fracaso de Europa, no voy a contestar en concreto, porque tendría que escribir otro ensayo. Lo que me parece que está muy claro es que eso del «europeísmo» ya no constituye un programa que ilusione. Y eso debería hacer reflexionar no solo a los políticos profesionales y a los que aspiran a serlo, sino a la ciudadanía y en particular e los intelectuales que creen tener mayor percepción de los problemas.
De qué le valió a los griegos la consciencia cívica? Confiaron en tsipras, lo validaron en un referendum y ahora.. qué?. ledaleria
*El autor de Transparencia o barbarie, Basilio Lourenço, quiere establecer a través de los pequeños artículos que iremos publicando en este blog un diálogo inicial con los lectores y lectoras del ensayo, así como con las personas con una cierta preocupación por el mundo que habitamos. Si lo deseáis, podéis contactar con él y participar de este diálogo, a través de esta misma web y de nuestras redes sociales, principalmente facebook y twitter.